Los deportistas se ven particularmente afectados por una rotura de ligamento lateral externo, principalmente los jugadores de fútbol y los esquiadores. Pero, en principio, esta lesión que ocasiona dolor lateral de rodilla, puede afectar a cualquier persona que haya pasado por un accidente o que haya sufrido un impacto en la zona externa en la rodilla durante otras actividades no deportivas. Obtén más información acerca de esta lesión de rodilla a continuación:
Se trata de una lesión grave de rodilla, en la que se ven separadas las fibras del ligamento lateral externo de la rodilla, producto de una sobrecarga o tensión en varo que el ligamento no puede soportar. Conllevando a la aparición de síntomas cómo dolor, inestabilidad e inflamación de la parte externa de la rodilla, que impiden al lesionado continuar con la marcha. Tal lesión es de aparición frecuente en diversas actividades deportivas: fútbol, baloncesto, esquí, fútbol o hockey. Aunque puede desarrollarse de forma aislada, es más común, que se vean afectas otras estructuras cómo el ligamento cruzado anterior (LCA), el ligamento cruzado posterior (LCP) y el menisco lateral de la rodilla.
Las rodillas se ven expuestas a variedad de cargas; para hacer frente a dichas cargas dispone de fuertes ligamentos que la estabilizan desde adentro y desde afuera. Uno de ellos se trata de los ligamentos laterales externos (Del latín, Ligamentum collaterale laterale) son dos estructuras tubulares e tejido fibrosos ubicados al lado de cada rodilla, que conectan el fémur al peroné y brindan estabilidad lateral a la rodilla cuando está extendida, previniendo la tensión en varo excesiva, así como también la rotación posterolateral excesiva de la rodilla. Están inervados por el nervio fibular común e irrigados parcialmente por la arteria poplítea. Constituyen la contraparte de los ligamentos internos y juntos son denominados "ligamentos colaterales". Un ligamento colateral lateral roto, a menudo se ve acompañado de otras lesiones en: músculos del muslo (bíceps femoral), meniscos y/o ligamentos cruzados anterior o posterior (LCA/LCP).
El 25% de los pacientes con una lesión aguda de rodilla que se presentan en las salas de emergencia de los Estados Unidos son diagnosticados con una lesión de ligamentos colaterales. Cómo habrás observado anteriormente, el LLE guarda una estrecha relación con otras estructuras anatómicas en la rodilla: LCA, LCP, meniscos y LLE, por lo cual rara vez se lesiona de forma aislada. Con respecto a las lesiones de rodilla, el LLE es el menos lesionado, representando el 2,4%. Ocurriendo por igual en hombres y mujeres. Además, se ha reportado, que el 40% de las lesiones por LCP y LLE se deben a deportes de contacto. Otros casos se deben a traumatismos, accidentes automovilísticos y caídas. Las personas entre los 20-34 y 55-65 años tienen la mayor incidencia. De las personas que han padecido esta lesión destacamos al futbolista español Andrés Iniesta, que en 2016 sufrió una rotura del ligamento lateral externo.
INIESTA:
Rotura de Ligamento lateral externo será baja aproximadamente 5 Meses en @FCBarcelona_es @diegosaviola10 @rafa_ortiz22 pic.twitter.com/r74vICGFwd— JhanCarlo Tangarife (@SoyTangarife) October 22, 2016
Si hay una rotura del ligamento lateral externo de la articulación de la rodilla, se presenta la sensación de chasquido o desgarro en la zona externa de la rodilla, que se acompaña inmediatamente con un dolor intenso en la parte externa de la rodilla (donde se encuentra ubicado el LLE). Además, una rotura del LLE provoca:
Si la rotura compromete el nervio fibular, podría provocar parestesias (sensación de hormigueo) sobre la extremidad inferior externa, así como debilidad y/o pie caído o pie pendular. Como se ha destacado raramente es solo un desgarro del ligamento. En algunos casos, el ligamento en sí no está roto, sino que se ha roto el punto de inserción en el hueso, arrastrando consigo parte del tejido óseo. Mientras que, en otros casos, un LLE roto se acompaña de una lesión en otras estructuras de la articulación de la rodilla (p. Ej., Desgarro simultáneo del ligamento cruzado, daño del menisco) con la respectiva clínica de las lesiones asociadas.
Esta lesión puede confundirse con otra menos grave, por lo que es importante saber distinguirlas antes de cualquier acción terapéutica. Te mostramos en el siguiente vídeo cuáles son los síntomas y signos más destacables de cada una, que te ayudarán a diferenciar cuál de las dos lesiones está presente:
Generalmente esta rotura ocurre producto de fuerzas externas (traumatismos, golpes, accidentes) que convergen directamente en la cara anteromedial de la rodilla, que combinada con una hiperextensión y una fuerza en varo extrema resultan en rotura de este ligamento, sin embargo, también puede ocurrir por ciertos movimientos extremos, como una hiperextensión de rodilla o movimientos estresantes en varo sin contacto externo.
En cuanto a la profilaxis de las roturas de ligamentos colaterales en general, hay que decir que solo los deportes que la provocan (esquí, fútbol, gimnasia, tenis) deben ser practicados con precaución. Unos músculos fuertes del muslo y la parte inferior de la pierna también contrarrestan la lesión de este ligamento, ya que estabilizan la articulación de la rodilla, por lo cual otra medida preventiva es el entrenamiento focalizado en el aumento de la fuerza muscular de estos músculos. Además, resulta útil usar medidas de protección articular cómo vendajes o rodilleras, así como la correcta elección de calzado deportivo.
En la zona externa de la rodilla convergen varias estructuras anatómicas, es por ello que esta lesión puede ser confundida por otra lesiones o enfermedades que se desarrollan en esa área. Los diagnósticos diferenciales en este caso son:
El diagnóstico generalmente puede ser obtenido con la descripción de los síntomas por parte del paciente, sobre los factores causales (actividades deportivas, mecanismo de lesión o accidentes previos a los síntomas), toda esta información sobre el paciente afectado se recaba en la anamnesis o historial médico. Seguidamente, el médico o fisioterapeuta procede al examen físico de la articulación lesionada, el cual puede resultar difícil debido al dolor. Si no es posible realizar el examen físico se procede directamente a la valoración de las pruebas de imagen (radiografías, resonancia magnética) la cual puede aportar importante información sobre el estado de todas las estructuras intra y extra articulares, permitiendo así no sólo la confirmación del diagnóstico, sino también el descarte o confirmación de otras lesiones.
Ante la sospecha de esta lesión, el especialista efectúa una inspección visual y palpatoria de la articulación dolorida. Un hallazgo común en el examen físico es el dolor a la palpación de la parte lateral de la rodilla, además, puede haber equimosis (hematoma), inflamación y calor a la palpación. Seguidamente valora la fuerza muscular y la amplitud articular presenta, dado que el rango de movimiento articular difiere de una persona a otra, los profesionales de salud utilizan la articulación no lesionada como valor de comparación cuando se valora el rango de movimiento. De ser posible el especialista valora la marcha, en esta afección se puede encontrar una marcha antálgica con apertura en varo.
La clínica de una rotura de ligamentos puede ser similar a la de un esguince de ligamentos. Es por ello, que el profesional de salud durante el examen físico usa ciertas pruebas manuales ortopédicas (pruebas de estabilidad y estrés) que ayudan a hacer esa distinción. Estas pruebas verifican la articulación de la rodilla en busca de movilidad anormal, es decir, hipermovilidad. Un rango de movimiento anormalmente amplio en la rodilla sugiere que se ha desgarrado un ligamento. Si la articulación se puede "abrir" lateralmente más de lo habitual, esto podría indicar una rotura del ligamento colateral externo. Las pruebas más usadas son:
Debido a la alta probabilidad de lesiones asociadas de ligamentos, meniscos y demás tejidos blandos, la anamnesis y el examen físico debe ser complementado con estudios de imagen, tales como:
El tratamiento médico depende en gran medida de la extensión de la lesión. Si la lesión es aislada y no presenta mayores daños y si no hay afectación ósea (es decir, si el fémur o la tibia no están lesionados) y no hay importante inestabilidad de la articulación de la rodilla, el médico indica un tratamiento conservador, constituido por inmovilización mediante el uso de férula durante aproximadamente 6 semanas, acompañado de fisioterapia y de ser necesario con indicación de antiinflamatorios y analgésicos. Ahora bien, si la rotura es compleja, presenta compromiso óseo, otras lesiones y / o inestabilidad importante de la articulación el tratamiento médico indicado es la cirugía.
Dependiendo de la extensión de la lesión, los médicos pueden considerar diferentes procedimientos quirúrgicos, para tratar las estructuras lesionadas. Solamente los desgarros complicados del ligamento externo, en los que se lesionan adicionalmente tejido óseo u otras estructuras o que están asociados con una inestabilidad significativa en la articulación de la rodilla, se tratan quirúrgicamente. Ya que normalmente, las lesiones aisladas son tratada de manera conservadora. Además de la extensión de la lesión, la edad de la persona afectada, la ocupación del paciente (deportista) y otras enfermedades subyacentes juegan un papel importante en la decisión de si es necesaria una cirugía.
Comúnmente la cirugía consiste en una artroscopia (que dura aproximadamente 2 horas), para garantizar menor daño articular y rápido proceso de curación.
En la artroscopia las porciones separadas se cosen nuevamente o los componentes del ligamento afectado se eliminan por completo y se reemplazan con un tendón sano, por ejemplo, por el tendón rotuliano propio del paciente o con un aloinjerto (tendón donado) el cuál es fijado mediante tornillos a las anclas óseas propios del LLE (fémur, peroné). Después de la cirugía, se inmoviliza la articulación operada y se indica fisioterapia.
El abordaje fisioterapéutico va a estar basado y va a ser diseñado en función de la gravedad de la lesión, el abordaje médico, de los plazos de curación de los tejidos blandos y de las características del paciente lesionado. Teniendo en cuenta lo compleja que puede resultar la lesión, es importante una buena comunicación y un buen trabajo en equipo por parte del cirujano ortopédico o traumatólogo y el fisioterapeuta. Independiente si el abordaje seleccionado fuese el conservador o el quirúrgico, es necesario en un primer momento apegarse al protocolo POLICE que por sus siglas en inglés hace referencia a la P= Protection/protección, OL= Optimal Loading/carga óptima, I= Ice/hielo, C= Compression /compresión y E= Elevation/elevación, con la finalidad de controlar el dolor y la inflamación inminente. Además, durante el período de inmovilización es necesario la reeducación de la marcha en función de una descarga menor o nula sobre la articulación lesionada con el uso de ayudas ortopédicas como muletas. Ahora bien, teniendo en cuenta la evolución y los plazos de curación, las intervenciones tanto en el tratamiento médico conservador como en la rehabilitación posterior a la cirugía puede ser divido en tres fases:
Son variados los vídeos que podrás encontrar en nuestro portal de YouTube FisioOnline, todos ellos realizados por profesionales expertos en fisioterapia y rehabilitación que te brindarán información importante sobre distintas lesiones musculoesqueléticas, de manera breve y didáctica.
Una de las medidas terapéuticas usadas en la terapia de esta lesión es la inmovilización, cuándo y cómo sería conveniente el uso de un inmovilizador va a depender de varios factores, los cuáles te explicaremos en el vídeo a continuación:
En algunos casos el tratamiento quirúrgico puede resultar inevitable, son variadas las técnicas que se practican en la actualidad, pero queremos mostrarte las más relevantes en el vídeo a continuación:
El proceso de rehabilitación se desarrolla por fases. En la fase inicia el dolor y la inflamación son muy predominantes, para ello existen diversas técnicas terapéuticas que te ayudarán a guían el proceso de curación por el que está pasando tu cuerpo. Si quieres saber cuáles son estas técnicas y como realizarlas correctamente te recomendamos ver el siguiente vídeo:
Ciertas herramientas como: los baños de contraste de temperaturas entre frío y calor, ejercicios tanto de propiocepción como de potenciación y automasajes, te ayudarán en tu proceso de rehabilitación. En el siguiente vídeo te enseñaremos la forma correcta realizarlas, para que la hagas en la comodidad de tu hogar:
Te dejamos a continuación los procedimientos terapéuticos indicados en una tercera fase o fase final de la rehabilitación de un esguince externo de rodilla. Durante esta fase usamos herramientas como los ejercicios de propiocepción, el automasaje de ligamento (para evitar adherencias), los ejercicios de potenciación (que se continúan de la fase anterior, pero aumentan en intensidad y demanda) y otros consejos:
No podemos dejar de lado el entrenamiento propioceptivo, ya que con el es posible la reducción de recidivas y la aparición de otras lesiones de rodillas. Te recomendamos ver el siguiente vídeo, ya que se muestran una serie de ejercicios de propiocepción para reforzar y estabilizar la rodilla que te servirán en la recuperación o rehabilitación de lesiones de la rodilla de este tipo:
El pronóstico de la mayoría de los casos suele ser favorable, normalmente, la rodilla vuelve a funcionar correctamente una vez que ha sanado. Se suele volver a practicar deporte sin problemas (al principio se recomienda el uso de protección). Sin embargo, al pasar las semanas y meses la rodilla pueda cargarse completamente. El proceso de curación de un ligamento externo roto toma varias semanas y meses, dependiendo de la extensión de la afección y de las estructuras dañadas. Cuando se trata de una rotura aislada, el tiempo de recuperación es de aproximadamente 8 – 12 semanas. Mientras que una lesión complicada asociada a otras lesiones puede tardar de 24 semanas (6meses) hasta un año.