A pesar de la resistencia que caracteriza al tejido óseo, cuando se producen fuerzas excesivas, estas pueden superar la resistencia que poseen los huesos, lo que conlleva a la rotura de los mismos. Estas fuerzas lesivas pueden originarse en un accidente automovilístico, durante un juego de fútbol en incluso posterior a una caída o tropiezo, por ello, ninguna persona está excepta de sufrir fracturas óseas. ¿Qué son estas lesiones? ¿Cómo se ocasionan? ¿Cuáles son sus tratamientos? Obtén las respuestas a estas preguntas, a continuación:
Las fracturas óseas son lesiones en las cuales uno o más huesos del cuerpo pierden la continuidad de su tejido, por lo que en algún punto su forma se ve alterada debido a una cantidad de fuerza que supera el aguante del tejido ósea, esto sucede generalmente en el contexto de un accidente como un choque automovilístico o producto de un traumatismo como una caída durante un juego de fútbol.
Son lesiones en las cuales uno o más huesos del cuerpo pierden la continuidad de su tejido, por lo que en algún punto su forma se ve alterada...
Desde siempre han sido consideradas como las lesiones más graves que puede sufrir el sistema musculoesquelético, siendo tratadas en la antigüedad con abordajes terapéuticos conservadores como el uso de yeso o escayola, que en la actualidad no son considerados los más adecuados en muchos casos; esta preferencia terapéutica en la antigüedad era debido principalmente al dolor y a las infecciones asociadas a los abordajes invasivos del siglo XIX. El avance en cuanto al tratamiento de las fracturas óseas fue principalmente debido a la invención de la anestesia en 1846, procedimientos de antisepsia en 1865 y a los rayos X en 1895. Los descubrimientos progresivos de estos elementos permitieron a los médicos en esa época desarrollar procedimientos quirúrgicos para reparar las fracturas óseas como la fijación externa, que, aunque fue aplicada por primera vez por Malgaigne en 1843, este método quirúrgico fue considerado por Hipócrates, quien incluso inventó un dispositivo para la fijación externa muchos años antes.
Un hueso puede fracturarse de diversas maneras, dando trazos y fragmentos de diferentes tamaños y formas, por ello es comprensible que existan variadas formas de clasificar las fracturas óseas. Generalmente, primero se clasifica en abiertas o cerradas, esto en relación a sí el hueso se ha visto expuesto por fuera de la piel o por el contrario los fragmentos del hueso fracturado aún se mantienen dentro de la piel, siendo así clasificadas como cerradas. Seguidamente se clasifican según el trazo de la fractura y la cantidad de fragmentos resultantes, siendo clasificadas en:
Desde el momento en el que un hueso se ve roto, el cuerpo da inicio a procesos reparadores enfocados en restaurar las funciones de los tejidos lesionados. En caso de la reparación ósea, esta da inicio con la salida exacerbada de sangre (hemorragia), esta sangre trae consigo a la zona de la fractura, células reparadoras que crean finalmente un coágulo, que da pie a la formación de un callo blando interno o cartílago que une parcialmente los fragmentos de la fractura. Este callo blando con el tiempo se convierte en un tejido más rígido y fuerte (proceso de osificación) que finalmente une firmemente los fragmentos fracturados y devuelve la forma y la funcionalidad al hueso lesionado con una última fase denominada remodelación. Este proceso puede completarse exitosamente sólo si los fragmentos resultantes de la fractura son alineados correctamente (ya sea por cirugía o por la colocación de un yeso) y se cumple un riguroso proceso de rehabilitación que incentive el proceso de curación ósea.
Determinar con exactitud la incidencia y prevalencia general de las fracturas óseas puede ser improbable, por la variabilidad y frecuencia de estas lesiones. Sin embargo, diversos estudios epidemiológicos en diversas poblaciones a nivel mundial han arrojado resultados relevantes en cuanto a estas lesiones. Un estudio realizado en la India mostró que las fracturas eran la lesión más común entre las víctimas no mortales de accidentes de tráfico, y la mayoría de estas estaban entre los 18 a 37 años de edad. Mientras que otro mostró que, de todos los pacientes hospitalizados por accidentes de tráfico en Taiwán, las fracturas óseas fueron las lesiones más comunes y representaron el 29,36% de ellas; lo que ocasionó un aumento del costo médico nacional de ese país, que osciló entre US $ 45. 6 millones a US $ 86 millones anuales. Por otro lado, un estudio realizado en China mostró que la fractura de extremidades (53,3%) ocurrió con mayor frecuencia en accidentes de tránsito, seguida del traumatismo craneoencefálico (19,4%), seguido a su vez por la lesión visceral toracoabdominal (6,56%) y la fractura de columna (5,37%), fracturas de costillas (4,88%) y fractura de pelvis (4,18%). Pero no sólo los accidentes de tráfico son causantes de esta lesión ósea, también existen enfermedades como la osteoporosis que debilitan el sistema óseo promoviendo su fractura. Con respecto a esto, se estimó que a nivel mundial en el año 2000 hubo 9 millones de fracturas por fragilidad ósea, de las cuales 1,6 millones fueron en la cadera, 1,7 millones en la muñeca, 0,7 millones en el húmero y 1,4 millones de fracturas vertebrales.
Cada tres segundos se produce una fractura por fragilidad ósea en el mundo
Más de veinticinco entidades suscriben un manifiesto por la prevención de las fracturas óseas. https://t.co/ZqmBFAOUb8 Vía @muyinteresante pic.twitter.com/le9QxMZexS— Enrique Coperías (@CienciaDelCope) October 31, 2018
La clínica de una fractura varía mucho según el hueso lesionado y el grado conminución presente, o sea, en cuantos pedazos se ve dividido el tejido óseo. Sin embargo, hay algunos síntomas y signos esenciales que podrían indicar una fractura ósea, tales como:
Las fracturas abiertas, como comentamos anteriormente, se tratan de aquellas en las que el hueso fracturado se evidencia por fuera de la piel, en este caso, el signo de la lesión es claro, el tejido óseo de color nacarado o blanquecido sobresale y es acompañado de una abundante hemorragia y la exposición de tejido blando (por ejemplo: músculos).
Las causas más populares asociadas a las fracturas óseas resultan ser los traumatismos, que implican una fuerza excesivamente alta que rompe el hueso. Sin embargo, una fractura también puede resultar de una enfermedad que altere la resistencia y elasticidad del tejido óseo, a tal punto de provocar que el mismo se rompa. Teniendo esto en claro, básicamente, existen tres mecanismos que conducen a esta lesión:
Según el mecanismo lesivo y la forma del hueso, el tejido óseo puede romperse de distintas maneras como mostramos previamente.
Tantos los traumatismos, accidentes o caídas son situaciones imprevistas que generalmente no pueden evitarse del todo, sin embargo, existen ciertas medidas que pueden reducir el riesgo de padecer alguna de ellas. Por ejemplo, al conducir es necesario mantener todos los sentidos en alerta, para así lograr un adecuado manejo del vehículo y poder responder rápidamente ante situaciones de peligro, por ello es recomendable evitar el consumo de alcohol u otras sustancias que alteren la eficiencia de nuestros sentidos. Otra acción que reduce el riesgo de padecer lesiones durante un accidente automovilístico, es el uso de cinturón de seguridad.
Teniendo en consideración que un tejido óseo saludable, tiene menor riesgo de padecer lesiones, es importante mantener la salud de los huesos, para ello recomendamos el consumo de calcio y vitamina D, así como la práctica regular de actividad física, el tejido óseo es similar al muscular, cuanto más se usan, más estables y fuertes se vuelven. Por lo tanto, para mantener la estabilidad y resistencia ósea, es necesario mantener un estilo de vida activo, que implique caminar, andar en bicicleta, correr o cualquier actividad que implique mantenerse en movimiento.
Uno de los factores causales más frecuentes de una fractura ósea, resultan ser las actividades deportivas, si practicas algún deporte es importante que tomes acciones enfocadas en la prevención de lesiones deportivas. Con este propósito te mostraremos en el siguiente vídeo algunas acciones que te ayudarán a reducir el riesgo de padecer una lesión deportiva:
El tejido óseo puede lesionarse de otras maneras, esto implica que los síntomas relacionados a una fractura pueden ser confundidos con otras afecciones en los huesos, por ello es importante tener en consideración diagnósticos diferenciales que no sólo pueden ser confundidos con fracturas óseas, sino también puede conllevar a que estas aparezcan. Algunos de los diagnósticos diferenciales más destacables son:
Ante la sospecha de fracturas óseas, el médico preguntará inicialmente (si es posible) sobre el inicio de los síntomas característicos, para determinar si este se ha originado después un accidente o traumatismo, así como también indagará sobre los antecedentes médicos, ya que estos pueden ser indicativos de si una enfermedad ha producido o conducido a la fractura o no. Posterior a la indagación relacionada al historial médico, el profesional de salud inspeccionará el área afectada en busca de desalineaciones, hematomas o inflamación, además realizará un examen físico para verificar el estado de los sistemas vasculares y nerviosos.
La información obtenida en estos pasos diagnósticos no es suficiente para determinar la existencia de un hueso fracturado (exceptuando las fracturas abiertas), ni la magnitud de dicha lesión, por ello se indican estudios más detallados (estudios de imagen) que permitan observar más detalladamente la fractura, así como también el estado de los tejidos circundantes, que, en una lesión de este tipo, generalmente se encuentran lesionados.
El estudio de imagen que predomina a la hora de establecer si el tejido óseo se fracturado o no es la radiografía conocida como rayos X, dicho estudio puede realizarse desde distintos planos, lo que permite una mejor inspección del tejido óseo posiblemente lesionado, además, las imágenes de rayos X se pueden utilizar para observar exactamente hasta qué punto está desplazado el fragmento o fragmentos óseos. Ahora bien, si la pelvis o la columna vertebral están afectadas, generalmente se realiza una tomografía computarizada (TC) para lograr obtener una evaluación más detallada, también se indican resonancias magnéticas (RM) ya que, en estos estudios se puede observar el estado de los tejidos blandos adyacentes, lo que permite el diseño de un adecuado tratamiento.
El objetivo del médico es devolverle la forma (en la medida de lo posible) y por ende el funcionamiento al hueso fracturado, para lograrlo puede usar medidas terapéuticas tanto conservadoras como quirúrgicos, la selección de uno de estos abordajes dependerá de que tan dañados estén los tejidos, y especialmente si se produjo una herida abierta o no.
Si los fragmentos fracturados se encuentran en una posición favorable (desalineación mínima o inexistente), suele ser suficiente el tratamiento conservador con un yeso o escayola alrededor de la parte lesionada del cuerpo. En algunos casos, el médico especializado en traumatología y ortopedia endereza el hueso con técnicas manuales antes de enyesar. Dado que generalmente hay una hinchazón en el área lesionada, generalmente se coloca primero un yeso parcial ("férula"), que está abierta en un lado. Un yeso totalmente cerrado en algunos casos puede dañar los nervios y los vasos sanguíneos debido al exceso de inflamación presente. Dicha férula se retira y se coloca un yeso cerrado después de 5 a 10 días.
Otra técnica conservadora usada es el método de tracción, en algunos casos se insertan clavos en el hueso al que se pueden unir pesos, que serán alineado para facilitar una tracción constante en la dirección correcta con la ayuda de cables, placas y pesos. Tal procedimiento a menudo tiene que realizarse antes de otra intervención terapéutica (por ejemplo, un yeso o escayola).
Aunque en muchos casos el abordaje terapéutico conservador suele ser satisfactorio, hay pacientes que requieren de cirugía. Los médicos cirujanos se aseguran de que los huesos retornen a su posición anatómica y extraen los pequeños fragmentos fracturados de ser necesario. Normalmente, las partes del hueso se mantienen juntas en la posición correcta utilizando clavos, alambres, tornillos y / o placas. Dependiendo de la ubicación y gravedad de la fractura, así como la edad del paciente, no es necesario quitar los tornillos (u otro material de osteosíntesis) después de que la fractura haya sanado. Sin embargo, cuando se tratan de niños, los clavos, tornillos y placas se quitan para no afectar el crecimiento normal del tejido óseo.
El abordaje fisioterapéutico da inicio una vez los fragmentos fracturados hayan sido alineados por el médico traumatólogo. Durante el periodo de inmovilización el fisioterapeuta buscará mantener las funciones de las regiones articulares no afectadas por la lesión, así como también incentivará los procesos de curación mediante el uso de variedad de agentes físicos tales como termoterapia, crioterapia, electroterapia, ultrasonido terapéutico, magnetoterapia entre otros.
Posterior al retiro del yeso o escayola, el fisioterapeuta incentivará la movilidad y la funcionalidad del área comprometida principalmente mediante el ejercicio terapéutico, así como también mediante la terapia manual, la dosificación de estos abordajes variará en cada caso. Sin embargo, el objetivo es el mismo lograr que el paciente vuelva a sus actividades de la vida diaria lo más funcional posible.
La recuperación de las fracturas óseas conlleva un largo proceso de rehabilitación, dado que en esa área somos expertos, queremos brindarte una serie de recomendaciones que te ayudarán a recuperarte más rápido y evitarán que desarrolles molestias o complicaciones en la recuperación de tú lesión. Es importante destacar que cada cuerpo es distinto, te recomendamos que antes de realizar algunos de los ejercicios de nuestros vídeos en nuestro canal FisioOnline en YouTube consultes con tu fisioterapeuta.
Para entender mejor como tus huesos una vez fracturados logran recuperarse exitosamente, te recomendamos darle un vistazo al siguiente vídeo, en donde hablaremos más a fondo sobre cuál es el proceso de curación por el que pasa el tejido óseo, para lograr reparar la fractura, además, te explicaremos que es una fisura y como se diferencia de una fractura:
El periodo de inmovilización resulta ser muy importante para lograr obtener una buena recuperación de la lesión, pero en ocasiones esta técnica terapéutica puede resultar lesiva y causas importantes daños que causen dolor e incapacidad. Para evitar estas contraindicaciones te recomendamos seguir las indicaciones del siguiente vídeo:
Una de las preguntas que con mayor frecuencia recibimos los fisioterapeutas es que hacer cuando ya no está el vendaje, yeso o escayola, una vez retirada la inmovilización se dan inicio a otras acciones enfocadas en la recuperación de las funciones de la extremidad afectada. Algunas de esas acciones te las explicaremos en el siguiente vídeo:
Una técnica terapéutica muy efectiva en cuanto al dolor y a la inflamación resultan ser los baños de contraste con agua fría y agua tibia. Aprende viendo el siguiente vídeo a aplicar correctamente los baños de contraste, para así lograr obtener todos sus beneficios en tu extremidad fracturada:
Cada fractura cuenta con un proceso de recuperación distinto que varía según el hueso comprometido y las características de la rotura. Conoce cuáles son las características de la rotura y cuáles son los abordajes terapéuticos según cada caso en la información que te brindaremos en el siguiente vídeo:
Existe un tipo particular de fractura, que a diferencia de la mayoría no ocurre como resultado de un gran impacto, sino de pequeños pero constantes situaciones de estrés como, por ejemplo: un excesivo entrenamiento, que debilitan el tejido óseo hasta la rotura del mismo. En el siguiente vídeo te explicaremos cuáles son sus síntomas, como los profesionales de salud logran diagnosticarlos y cuál es el tratamiento más adecuado:
Cuando estas lesiones ocurren en los miembros inferiores, la descarga de peso y la vuelta a la marcha es uno de los objetivos primordiales en la rehabilitación, para que estos objetivos se logren alcanzar de la manera correcta es necesario acostumbrar progresivamente el pie a la carga del cuerpo, para lograrlo te recomendamos ver el siguiente vídeo:
El proceso de curación tiene un tiempo muy variable en cada caso, existen factores tantos externos como internos que pueden acelerar o retrasar dicho proceso. Sin embargo, se estima que las fracturas que ocurren en los miembros inferior tardar alrededor de 16 semanas en curarse, esto quiere decir que requiere el doble de tiempo que las que ocurren en los miembros superiores, los cuales logran sanar en 6 – 8 semanas aproximadamente. El dolor y las molestias son notables generalmente durante las primeras 4 semanas. Muchos pacientes están (dependiendo del tipo de fractura) completamente libres de dolor después de seis meses.
En el caso de los niños, las fracturas se curan a menudo en tres semanas, dos veces más rápido que en los adultos...
No es raro que el hueso fracturado una vez curado se sienta un poco más grueso en el área de la rotura. Esta sensación es pasajera y va disminuyendo con el tiempo. Algunas fracturas no se pueden volver a unir a su posición anatómica, lo que puede provocar ligeras desalineaciones y una movilidad ligeramente restringida. Sin embargo, el cuerpo tiene una capacidad extraordinaria para compensar tales desalineaciones, por lo que solo se puede esperar una disminución o alteración mínima en el funcionamiento.
En caso de las fracturas complicadas que comprometan los nervios y músculos, entre otras estructuras, pueden tener consecuencias permanentes a largo plazo,..
En caso de las fracturas complicadas que comprometan los nervios y músculos, entre otras estructuras, pueden tener consecuencias permanentes a largo plazo, tales como alteraciones sensoriales, así como restricciones funcionales y de movimiento de la parte del cuerpo lesionada. Ahora bien, en el caso de fracturas por compresión de los cuerpos vertebrales a menudo se estabilizan un poco, pero conducen a un acortamiento o deformación de la columna vertebral y, frecuentemente, no cicatrizan por completo debido a la debilidad en el tejido óseo presente. Es por ello que, en algunos casos, la columna lesionada debe ser estabilizada con placas. A pesar de esto, generalmente estas lesiones logran sanar adecuadamente y sin dejar grandes complicaciones ni consecuencias después de la terapia adecuada.