A continuación, les hablaremos acerca de la lesión más grave del pie, nos referimos a las fracturas del pie. Estas fracturas ocurren frecuentemente en un contexto traumático o accidentes (choques, caídas), sin embargo, también pueden presentarse en el ámbito deportivo, especialmente en el desarrollo de actividades deportivas de alto impacto o de contacto como lo son: tenis, rugby, fútbol y esquí. Aquí conocerás que tratamientos terapéuticos están disponibles y cómo puedes ayudar al proceso de rehabilitación a esta fractura.
Cuando se habla de fracturas del pie, se hace referencia a la lesión más grave acontecida en los pies, que consiste en la rotura de uno o más huesos del pie, que van desde el tarso hasta los huesos metatarsianos y de los dedos de los pies. Generalmente esta lesión ocurre como resultado de accidentes, pero también como resultado de una sobrecarga (frecuente en los deportes o actividades de estrés físico) o como consecuencia de una enfermedad previa. Los síntomas típicos que se desarrolla después de la rotura son dolor, notable hinchazón, movilidad limitada e incapacidad para descargar peso del pie. Dependiendo de la gravedad de la fractura, se puede indicar un abordaje conservador (inmovilización con yeso o férula) o la cirugía del pie para lograr la curación de la fractura.
Las fracturas por sí mismas, son lesiones que cuentan con variedad de clasificaciones que varían según el grado de conminución (cantidad de fragmentos resultantes), si la piel está comprometida o no (abiertas o cerradas) y según el hueso comprometido. Por lo que es de entender, que en el caso de las fracturas del pie existan varias clasificaciones, de las cuales hablaremos a continuación:
El pie está constituido por un total de 26 huesos, que se encuentran distribuidas en tres zonas: retropié, mediopié y antepié. Primeramente, encontramos que el calcáneo y el astrágalo constituyen al retropié, mientras que el navicular, cuboide y tres huesos en forma de cuña (cuneiformes) constituyen al mediopié o tarso, finalmente el antepié está formado por cinco huesos metatarsianos y catorce falanges (proximales, medias y distales). Estos huesos constituyen variedad de articulaciones: subastragalina, metatarsofalángicas, interfalángicas (distales y proximales), articulación de Chopart (involucra la art. talonavicular y calcaneocuboidea) y la articulación de Lisfranc (conecta el antepié con el mediopié). Las fracturas de pie al igual que otras fracturas se divide según el trazo de la rotura y el hueso comprometido, siendo así se clasifica de la siguiente manera:
Según el grado de conminución y la forma del trazo de la rotura se dividen a las fracturas de la siguiente manera:
Como habrás notado son varios los huesos que se encuentran en el pie (26), dependiendo del hueso comprometido o segmento afectado. Las más frecuentes son:
Aproximadamente el 10% de todas las fracturas en el cuerpo, involucran un hueso del pie. La prevalencia de esta lesión es mayor en regiones del antepié y retropié constituyendo el 17% de todas las fracturas de pie y tobillo, mientras que estas fracturas ocurren con menos frecuencia en el retropié. Aproximadamente el 20% de estas lesiones son fracturas abiertas. Los escenarios típicos de accidentes son torceduras de pie por un terreno irregular o durante cambios rápidos de dirección en el deporte (fútbol, basquetbol, rugby), una caída o salto desde una gran altura y el dedo del pie chocando contra un borde duro (muebles del hogar). Los hombres jóvenes con un alto nivel de actividad física suelen ser los más afectados, así como las mujeres con más de 50 años, esto se asocia a la pérdida de densidad ósea posterior a la menopausia. De las personas que han padecido esta lesión ósea destacamos al piloto de motos francés Loris Baz quien sufrió esta fractura en 2016.
.@lorisbaz operado de las fracturas en 4 dedos del pie derecho por su caída con @19Bautista https://t.co/t4EA3xHCUK pic.twitter.com/ilYgm1YMSb
— AS Motor (@AS_Motor) May 25, 2016
Una fractura en el pie puede ser identificable dependiendo de la magnitud de la rotura. Por ejemplo, una fractura abierta puede identificarse claramente: herida abierta y un hueso visible en el pie. Mientras que una cerrada, desarrolla signos síntomas que varían según el hueso afectado y la gravedad de la conminución. Por ejemplo, las fracturas por estrés en los metatarsianos solo se notan gradualmente, mientras que una fractura intraarticular del calcáneo provoca dolor agudo insoportable y pérdida de la función de descarga del pie. Los siguientes síntomas pueden indicar una posible fractura:
Los huesos de los pies son extremadamente estables y elásticos al mismo tiempo, por lo que puede soportar grandes cargas y grandes cantidades de estrés. Si ocurre una fractura, puede tener tres causas:
Existen pocas medidas profilácticas para evitar la aparición de esta fractura, ya que frecuentemente ocurren de manera imprevista y se ve relacionada a accidentes o traumatismos inevitables. Sin embargo, algunas acciones pueden reducir el riesgo de lesionar el tejido óseo de los pies, a continuación, les dejaremos las más recomendables:
Comienza con la última recomendación preventiva, con los ejercicios que te brindaremos en el vídeo a continuación. El entrenamiento propioceptivo provee de fuerza, equilibrio y estabilidad a la marcha, además, fortalece las estructuras óseas de los miembros inferiores, lo que consecuentemente permite reducir el riesgo de sufrir fracturas de este tipo:
La presentación clínica de algunas lesiones óseas de menor gravedad puede ser similar a la que se desarrolla en otras estructuras del pie. Por lo tanto, es importante descartar o confirmar la presencia de otras lesiones para conseguir un plan terapéutico optimo y adecuado para el caso. Algunos de los diagnósticos diferenciales son:
La manera más fiable para descartar o confirmar estos diagnósticos son los estudios de imagenología: radiografías o resonancias magnéticas.
El diagnóstico mediante un examen físico y una inspección visual puede resultar fácil en la mayoría de los casos para un profesional de salud experimentado, esto debido a que son fracturas que se caracterizan por provocan notable sintomatología: dolor agudo, hinchazón, hematomas, sensibilidad y movimiento limitado o parcialmente restringido o alterado. Si las fracturas son desplazadas o si la fractura da como resultado una dislocación subyacente, puede presentarse una deformidad visible. Además, el médico en el examen físico verificará qué tan bien se puede mover el pie activamente y pasivamente, y valorará el estado de la circulación sanguínea y las funciones nerviosas del pie.
El diagnóstico mediante un examen físico y una inspección visual puede resultar fácil en la mayoría de los casos para un profesional de salud experimentado..."
A pesar de que un examen físico y la inspección visual pueden proveer de importante información, que permite la confirmación del diagnóstico, es importante y necesario identificar la extensión y dirección del desplazamiento de la fractura y la presencia de lesiones adyacentes, si se quiere diseñar un plan terapéutico con óptimos resultados, para lograr valorar estos aspectos, el especialista indica estudios de imagen.
El diagnóstico se confirma totalmente mediante una radiografía o rayos X, por lo cual son los estudios más indicados en estos casos. En ocasiones, se indican otras técnicas de imagen, como la gammagrafía, la tomografía computarizada (permiten observar con mayor detalle el estado de los huesos) o la resonancia magnética (permite la detección de daños a tejidos blandos). Los resultados de estos estudios permiten al especialista el diseño de un plan terapéutico adecuado para el caso, además resultan útiles para observar el resultado del método terapéutico seleccionado a corto (estado de la reducción de la fractura) y largo plazo (estado de la consolidación de la fractura).
El tratamiento que realiza el médico depende en gran medida del hueso afectado, el tipo y la complejidad de la rotura y el grado de afectación en los tejidos blandos subyacentes. En la mayoría de los casos, incluso con fracturas conminutas del dedo del pie, es suficiente un procedimiento conservador. Sin embargo, la opción quirúrgica siempre es una opción.
En el caso de fracturas con poca o ninguna deformidad, que no haya desplazamiento de los fragmentos óseos fracturados, el tratamiento consiste en la inmovilización del miembro afectado por debajo de la rodilla con un yeso/escayola, inmovilización con fibra de vidrio o férula durante 3 – 6 semanas. En el caso de presentarse desalineaciones de los segmentos óseos fracturados, el médico realiza una reducción manual e inmoviliza la zona. Si no logra devolver los huesos a su posición normal, se indica una operación.
Los analgésicos como los AINEs (medicamentos antiinflamatorios no esteroides, por ejemplo, ibuprofeno o diclofenaco) y los ungüentos o geles para el dolor ayudan a combatir el dolor de esta lesión, por ello los médicos los indican durante la inmovilización. Una vez confirmada la consolidación de la fractura, el especialista retira la inmovilización y refiere al paciente a fisioterapia para recuperar la funcionalidad de miembro lesionado.
Las fracturas que no se pueden reducir desde el exterior son llevadas a la posición normal mediante una cirugía, en donde también el cirujano repara los tejidos blandos comprometidos. El procedimiento y la técnica quirúrgica va a variar en todos los casos, pero básicamente, en la cirugía el médico intenta reposicionar los fragmentos óseos y unirlos mediante material de osteosíntesis (como los alambres de Kirschner o placas), este material generalmente se elimina después de unas semanas o meses (dependiendo del hueso afecto). Posterior al procedimiento, el especialista inmoviliza el pie e indica fisioterapia para restaurar la movilidad y funcionalidad del pie.
Aunque son infrecuentes, algunas personas pueden desarrollar complicaciones o quedar con secuelas posterior al tratamiento. Algunas de las complicaciones más frecuentes son:
El objetivo de la fisioterapia es básicamente asegurar la curación y restauración de la función y movilidad del pie. Para ello el fisioterapeuta dosificará y ejecutará intervenciones adaptadas a las características de la persona lesionada, que variaran según la gravedad de la lesión y del abordaje médico terapéutico aplicado. Las intervenciones fisioterapéuticas van a variar dependiendo de la fase de recuperación en la que se encuentre el paciente y las condiciones físicas y de salud del mismo.
Ya sea que lo dedos fueron inmovilizado, el tarso o el tobillo como medida terapéutica conservadora o para permitir la reparación tisular y ósea posterior a una cirugía, las intervenciones que pueden ser realizadas en esta fase son:
Una vez confirmada la presencia de una consolidación ósea estable del foco de fractura mediante radiografías, se retira la inmovilización y el fisioterapeuta indica intervenciones que se enfocan en la recuperación de la funcionalidad y la movilidad de los pies y tobillos. Para lograrlo realiza intervenciones tales como
Una fractura como esta requiere un cuidado constante y especializado, es por ello que para ayudarte en tu proceso de recuperación te mostramos algunos vídeos con importante información y recomendaciones realizadas por fisioterapeutas expertos en distintas áreas de la salud, los cuales pondrán a tu disposición sus conocimientos sobre esta fractura. Teniendo en cuenta que cada cuerpo es distinto, ningún proceso de reparación y recuperación es igual, por lo cual te recomendamos que antes de realizar algunos de los ejercicios de nuestros videos en nuestro canal FisioOnline en YouTube consultes con tu fisioterapeuta o médico de confianza.
Por un lado, la inmovilización puede ayudar a tu cuerpo a reparar estas fracturas, pero por otro lado puede desmejorar el funcionamiento normal del miembro afecto, es por ello que hemos te recomendamos ver el siguiente vídeo en donde un profesional fisioterapeuta te enseñará rea liza un suave ejercicio de descarga de peso:
Te mostramos en el siguiente video maniobras de auto-movilización que te ayudarán en la recuperación y rehabilitación de fracturas de este tipo:
Las fracturas cuando afectan los pies, requieren un abordaje terapéutico diferente a otras zonas del cuerpo, pensando en ello, hemos diseñado un protocolo terapéutico específico para la rehabilitación de fracturas en pies, que te ayudará a continuar en casa el proceso de rehabilitación iniciado en consulta:
La reducación de la marcha es una etapa muy importante en la rehabilitación de las fracturas en pies, ya que permite un óptimo regreso a las actividades de la vida diaria después de esta lesión ósea. Por ello te recomendamos ver el siguiente vídeo, en donde un experto fisioterapeuta te brindará las instrucciones necesarias para trabaja la marcha con ejercicios específicos fáciles de realizar:
Por lo general, el pronóstico de los diversos tipos de fracturas en los huesos del pie es relativamente bueno, por lo que no suele haber daños permanentes ni restricciones funcionales o de carga. Básicamente, la curación inicial de estos huesos tarda de 4 a 8 semanas. Una fractura de los huesos metatarsianos en el área de la cabeza generalmente se cura después de 4 semanas, mientras que una fractura cerca del cuerpo del hueso generalmente demora 8 semanas. La fase de curación ósea completa puede tardar un año o más.