Al momento de una fractura de tobillo se pueden diferenciar dos tipos según el hueso afectado, bien sea la tibia o el peroné. Dependiendo del mecanismo del accidente y de la fuerza aplicada, puede que en el contexto de un esguince o torcedura de tobillo ocurra una fractura de tibia. La gravedad de esta lesión puede variar desde fracturas simples que no se desplazan hasta fracturas fragmentarias complejas Conoce más acerca de las fracturas tibiales distales en el artículo a continuación:
La fractura distal de tibia es una lesión ósea, frecuentemente de origen traumático que padecen personas de la tercera edad y deportistas. Constituye una de las fracturas más frecuentes de tobillo después de las fracturas de peroné. Las caídas desde grandes alturas y los accidentes automovilísticos son las causas más comunes de estas lesiones. Sin embargo, los choques, caídas e impactos durante la realización de actividades deportivas también suponen una causa frecuente de esta lesión. En estos casos se producen diversos patrones de rotura que varían según la ubicación del pie y la cantidad de energía transferida en el momento de la lesión,
Estas lesiones pueden ser clasificadas según la división presente en el hueso, el desplazamiento de sus fragmentos y la conservación de la integridad de la piel (abiertas o cerradas). Dado que son muchas las características que pueden presentar estas fracturas, son muchas las clasificaciones encontradas. De las muchas propuestas, destacamos la clasificación propuesta por la Asociación para el estudio de la fijación interna (AO Foundation) y la Asociación de trauma ortopédico (Orthopaedic Trauma Association – OTA), la cual divide a estas lesiones en: extraarticulares (tipo a), articulares parciales (tipo b) y articulares completas (tipo c). Las fracturas de cada tipo se clasifican luego sobre la base de la conminución de la fractura (división de los fragmentos) en uno de tres grupos, cada uno de los cuales se puede subdividir en tres subgrupos según otras características de la fractura. Con sus 27 tipos resultantes, el sistema de clasificación AO/OTA incluye todas las posibles lesiones óseas distales de la tibia, tanto extraarticulares como intraarticulares.
La incidencia de fractura tibial distal es del 3% al 10% de todas las fracturas tibiales o del 1% de las fracturas de extremidades inferiores. En el 70% a 85% de los casos, también se ve comprometido el peroné. Además, un estudio epidemiológico reciente realizado a 7.786 fracturas que ocurrieron durante dos años de recolección de datos, solo 16 (0.33%) ocurrieron en el segmento distal de la tibia, lo que representa una incidencia general de 8.2 por 100,000 habitantes por año (3.9 en hombres y 11.0 en mujeres). De las fracturas distales de tibia, 15 se produjeron como resultado de caídas de baja energía y una se produjo de manera espontánea. A diferencia de muchas otras fracturas por fragilidad, la incidencia de fracturas distales de tibia no aumenta con la edad. La distribución por edades sigue una frecuencia máxima a los 25 y 50 años de edad. De las personas que han padecido esta lesión destacamos al motociclista francés Jules Cluzel quien a mediados del 2020 presentó una fractura de tibia y peroné durante una competencia.
Se confirma la peor noticia
Fractura de tibia y peroné para Jules Cluzel. La rueda de De Rosa pasó por encima del pie de Cluzel justo antes de la caída ¡Ojalá vuelvas pronto @JulesCluzel16!#TeruelWorldSBK#WorldSSP #WorldSBK pic.twitter.com/iBjtwMgF03— DAZN España (@DAZN_ES) September 6, 2020
Las personas que padecen una fractura distal de tibia generalmente presentan dolor intenso en el tobillo que se ve asociado a un accidente, impacto o movimiento brusco del pie o tobillo, el cual se puede ver focalizado en cierto punto dependiendo de la zona de la rotura. Otros síntomas y signos clave que indican que se trata de esta afección son:
Generalmente suelen ser causadas por dos tipos de mecanismos lesivos que puede ser de alta o baja energía: cargas de rotación o axiales sobre la zona inferior de la pierna. Las fuerzas de rotación (torsión) generalmente conducen a una fractura en espiral que puede ser intraarticular o extraarticular. Estas suelen estar cerradas, como resultado de la baja energía y las lesiones de tejidos blandos asociadas no suelen ser graves. Por otro lado, las fuerzas de compresión axial son de mayor energía conducen a lesiones intraarticulares distales de la tibia, cuando la zona convexa del astrágalo (hueso del tobillo donde descansa la tibia) impacta contra la zona cóncava del segmento distal de la tibia. Las situaciones que conllevan a estos mecanismos de alta o baja energía que conducen a esta lesión son:
Se puede disminuir el riesgo de padecerla, sin embargo, no se puede prevenir del todo, ya que suele ocurrir de manera inesperada. Teniendo en claro estos, les dejamos algunas recomendaciones para prevenirla:
Los ejercicios de fortalecimiento para los pies y tobillos que te mostraremos a continuación no sólo son útiles en caso de que esta lesión haya ocurrido, sino que, además, funcionan para reducir el riesgo de padecer tales lesiones:
Dado que el segmento distal tibial forma parte de una articulación muy compleja, la lesión de este hueso puede ocasionar síntomas similares a otras afecciones que deben descartarse o confirmarse para diseñar un plan terapéutico efectivo. Algunas de las enfermedades y lesiones que se incluyen en el diagnóstico diferencial son:
Generalmente el examen físico en este tipo de lesiones puede resultar ser difícil por la hinchazón y el dolor, sin embargo, es imperativo la evaluación de los tejidos blandos adyacentes para identificar cualquier signo o síntoma que indique que se esté desarrollando un síndrome compartimental. Los casos en los que no se pueda valorar la región afectada, se indican estudios de imagen lo más pronto posible.
Los estudios de imagen no sólo son usados como método de diagnóstico, sino además para clasificar el tipo de rotura presente y determinar el abordaje terapéutico más adecuado para su solución. Generalmente se indican radiografías completas de la articulación, ya que es el estudio que muestra con mayor claridad el estado del tejido óseo. La tomografía computarizada (TC) también es útil para la inspección de la fractura y aporta información que permite una planificación preoperatoria. Al igual que la tomografía computarizada, la resonancia magnética (RM) permite hacer una mayor inspección sobre los tejidos blandos lesionados contribuyen a la detección de otras lesiones concomitantes.
Los médicos ofrecen variedad de opciones terapéuticas, la elección de alguna de ellas dependerá de la gravedad de la lesión existente y de las características físicas y condición de salud de paciente. Existen dos enfoques en el tratamiento médico: uno conservador (no operatorio) y otro quirúrgico.
El especialista selecciona este enfoque en caso de fracturas “simples” o no desplazadas, así como también en los casos que su condición de salud no permita un procedimiento quirúrgico. La terapia conservadora está constituida por la realización de una técnica de reducción, la cual se mantiene al aplicar un yeso o escayola que inmovilice la articulación alineada y puede que involucre una rodilla inmovilizada o no. La carga parcial de peso con muletas normalmente la indican los médicos después de seis y ocho semanas en fracturas estables no desplazadas. Por el contrario, las fracturas articulares con depresión articular se les prohíbe la descarga de peso durante al menos 12 semanas o hasta que un estudio radiográfico indique la presencia de un callo óseo estable.
En caso de fracturas complicadas, abiertas o desplazadas se considera la cirugía como método terapéutico. La cirugía tiene como objetivo restaurar lo mejor posible las condiciones anatómicas de las superficies articulares que permita la conservación y restauración de las funciones de la articulación. En la operación el cirujano usa material de osteosíntesis (placas, tornillos, implantes) para intentar reducir la fractura y estabilizar los fragmentos óseos presentes, alineando lo mejor posible la tibia para que logre una solidificación adecuada. Además, en el procedimiento se reparan los tejidos blandos comprometidos (tendones, ligamentos, cartílagos).
La cirugía tiene como objetivo restaurar lo mejor posible las condiciones anatómicas de las superficies articulares que permita la conservación y restauración de las funciones de la articulación..."
Por lo general, las fracturas simples logran una curación sin complicaciones, pero, en algunos casos de fracturas complicadas pueden presentarse algunas complicaciones o dejar algunas secuelas a largo plazo, las que más frecuentemente se presentarán son las siguientes:
La fisioterapia cumple un papel muy importante en el tratamiento de fracturas distales de tibia, las opciones terapéuticas disponibles son muy variadas, siendo su objetivo principal permitir que la articulación tenga un soporte óptimo en su proceso de curación, para que la rehabilitación completa sea posible. Las intervenciones realizadas por el fisioterapeuta variaran según el estado de salud del paciente, el grado de la lesión y el tratamiento médico seleccionado. El tratamiento básicamente se enfocará en el control del dolor, la reducción de la inflamación y edema, la restauración de la amplitud articular, fuerza muscular y función que permita al paciente fracturado tener una recuperación sin complicaciones con una marcha funcional que le permita seguir con su rutina cotidiana. Según el tratamiento médico, las intervenciones fisioterapéuticas se pueden dividir en las siguientes fases:
Tanto en un abordaje quirúrgico como en un abordaje conservador, se indica la inmovilización de la articulación lesionada, con la única diferencia que el tiempo de inmovilización es mayor en el abordaje conservador que en el quirúrgico, ya que en este último el material de osteosíntesis implantados ha asegurado los fragmentos óseos separados. Siendo así, en esta fase las técnicas e intervenciones realizadas son:
En el abordaje conservador después de 2-3 semanas de inmovilización se indica un control mediante radiografías y luego después de seis u ocho semanas hasta que se evidencie la reparación del hueso, que permita retirar el yeso o inmovilizador.
Tanto en el abordaje quirúrgico o conservador, una vez retirado el yeso o la escayola, los principales objetivos a cumplir desde la fisioterapia son la recuperación progresiva de la amplitud articular y la fuerza muscular, por lo que en esta fase se debe dar inicio a variedad de intervenciones enfocadas en la recuperación funcional del tobillo, como las siguientes:
La dosificación de las medidas anteriormente mencionadas variará según el tipo de rotura y el progreso radiológico reportado, ya que si se adelanta la descarga de peso o el entrenamiento aumentaría el riesgo de aparición de complicaciones.
Las fracturas internas de tobillo conllevan variedad de molestias para quienes las padecen, queremos ayudarte en tu proceso de recuperación es por ello que te mostramos algunos vídeos con información importante, recomendaciones y consejos de parte de fisioterapeutas expertos en distintas áreas, los cuales pondrán a tu disposición sus conocimientos sobre esta lesión. Teniendo en cuenta que cada cuerpo y fractura es distinta, te recomendamos que antes de realizar algunos de los ejercicios de nuestros vídeos en nuestro canal FisioOnline en YouTube consultes con tu fisioterapeuta.
El tiempo inmovilizado puede resultar tedioso y molesto, es por ello que te mostraremos en el siguiente video algunas acciones que te brindarán alivio y te ayudarán a reducir el tiempo de rehabilitación:
Una vez retirado el yeso o escayola en una inmovilización por fractura de tobillo interno es normal que te cueste pisar y apoyar el peso del cuerpo en el pie. En el siguiente vídeo mostramos un ejercicio para volver a pisar y caminar con normalidad.
Te mostramos en este vídeo una rutina de ejercicios automasajes y estiramientos para el tratamiento de las fracturas tibiales:
Ya obtenida la recuperación total de los tratamientos quirúrgicos o conservadores, es importante restablecer la capacidad propioceptiva del tobillo con la finalidad de evitar nuevas lesiones y de recuperar la fuerza y resistencia de la musculatura de la pierna y tobillo, esto lo puedes lograr a través del entrenamiento propioceptivo que te mostraremos a continuación:
Después de una fractura o fisura ósea en este hueso tan importante de la pierna, es norma que hayas sido inmovilizado con escayola o férula durante un largo período de tiempo, esta situación desmejora la capacidad funcional de la articulación por lo que presentarán dificultad para caminar y apoyar el peso del pie en el suelo, especialmente la puntera del pie. Para tratar y resolver tal situación te recomendamos ver la información que te brindaremos en el siguiente vídeo:
El pronóstico a largo plazo depende del daño de los tejidos blandos y la congruencia de la superficie articular. La terapia conservadora de esta lesión tiene una alta tasa de éxito y buen pronóstico de recuperación si se mantiene la alineación durante el tiempo de enyesado. Si el caso es una fractura estable, esta puede sanar parcialmente y descargar peso sobre el hueso fracturado después de 6 semanas. Ahora bien, después de un abordaje quirúrgico, la curación depende del resultado de la operación y de si la articulación y los tejidos blandos adyacentes están muy involucrados, si este fuese el caso la curación podría llevar más tiempo. Los pacientes tratados con una fijación externa, especialmente en fracturas inestables, deben permanecer sin descarga de peso durante 6 semanas para fracturas extraarticulares y hasta 12 semanas para fracturas intraarticulares. Para las fracturas estables tratadas quirúrgicamente, algunos cirujanos optan por permitir que los pacientes descarguen peso según su tolerancia.
Las posibilidades de una completa recuperación generalmente son mayores en personas más jóvenes que en pacientes mayores.