Una caída, un choque inesperado con otro compañero durante el entrenamiento o un nacimiento aparatoso puede resultar en una fractura de clavícula. Esta frecuente lesión ósea causa dolor e inflamación en la zona superior del pecho, y en ocasiones puede ser visible desde el exterior.
En muchos casos, puede tratarse de manera conservadora, sin embargo, la cirugía siempre es una opción. Obtenga más información sobre las fracturas claviculares a continuación.
La fractura es un término que se utiliza para indicar que alguna estructura ósea ha perdido su continuidad, en este caso la estructura afectada es la clavícula. Los datos históricos sobre las fracturas claviculares datan desde las primeras civilizaciones, empezando por los egipcios que la trataban posicionando los omóplatos hasta enderezar los hombros, de manera que los fragmentos de la clavícula se vieran alineados por esa posición. Posteriormente en el siglo IV a.C. el médico griego Hipócrates declaraba que los pacientes que padecían este tipo de lesiones de hombro, sufrían de importante dolor al inicio, que al poco tiempo desaparecía al igual que las limitaciones para moverse y comer por sí mismo, lo que hacía que el paciente se despreocupase, ocasionando una curación lenta y con malos resultados.
Esta estructura en forma de “S” es uno de los huesos de la cintura escapular, el cual sobresale en la parte frontal del pecho y es fácil de palpar toda su superficie sobre la piel anterior del cuello. Esta estructura ósea está encargada de conectar el esternón al omóplato/escápula mediante las articulaciones esternoclaviculares y las acromioclaviculares, formando la única conexión ósea entre los brazos y el tronco.
Además, desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de los movimientos y de la estabilidad de los hombros debido a que, en él se insertan y originan músculos y ligamentos importantes para esta articulación. Los siguientes músculos originan algunas de sus fibras en este hueso: esternocleidomastoideo, deltoides, pectoral mayor y esternocleidohioideo; mientras que los siguientes músculos insertan algunas de sus fibras en este hueso: trapecio y subclavio.
Esta estructura ósea está asegurada a la cintura escapular por los ligamentos; esternoclaviculares, coracoclaviculares, interclaviculares y costoclaviculares. Cuando este hueso es fracturado a menudo los fragmentos óseos se desplazan debido a las inserciones de estos músculos y ligamentos. Adicionalmente debido a que las clavículas protegen a los vasos subclavios y al plexo braquial, en algunos casos los fragmentos fracturados pueden comprometer estos haces vasculares y nerviosos.
Las clavículas pueden fracturarse si una persona cae sobre su hombro, por ejemplo, durante un partido de fútbol o al caer de una bicicleta, o si sufre un impacto severo directo sobre la clavícula, por ejemplo, debido al cinturón de seguridad en un accidente automovilístico o puede deberse a otras situaciones de las cuales hablaremos más adelante. El riesgo de las fracturas claviculares es mayor entre niños pequeños, adolescentes y ancianos. En ancianos estas lesiones óseas se curan más lentamente que en niños y el riesgo de complicaciones es mayor.
Las fracturas claviculares son unas de las lesiones óseas más comunes después de las fracturas de radio. A pesar de toda la frecuencia, en comparación con otras es una de las fracturas más inofensivas.
Son varios los tipos de fracturas claviculares, por ende, a través del tiempo se han presentado varias clasificaciones con la finalidad de ayudar a los médicos con su diagnóstico y correcto método terapéutico.
En 1967, Allman presentó la primera clasificación tomando en cuenta principalmente la posición anatómica de la separación ósea:
Seguidamente en 1968 Charles S. Neer siguiendo esta clasificación realizó una subclasificación según el desplazamiento de los fragmentos óseos de la fractura de clavícula distal o externa, siendo las no desplazadas Tipo I, las desplazadas Tipo II (con ligamentos intactos Tipo IIA y con compromiso de los ligamentos coracoclaviculares Tipo IIB) y las intraarticulares Tipo III. En la siguiente imagen podrás observar las clasificaciones propuestas por Allman y Neer:
Posteriormente E.V. Craig en 1990, realizó una modificación de la clasificación propuesta por Neer, incluyendo lesiones menos frecuentes como fracturas epifisiarias, además que esta clasificación describe mejor las fracturas del tercio medial y lateral, sin embargo, no proporciona una clasificación detallada de las fracturas del tercio medio. En 1998 Christopher Michael Robinson después de revisar 1000 fracturas de clavícula, propone un nuevo sistema de clasificación que incorporaba factores pronósticos importantes. Aunque este último incluye casi todos los tipos de fracturas de clavícula, aún no se ha utilizado ampliamente en la actualidad.
Además de la propuesta por Allman, la más usada es la clasificación para fracturas de clavículas de la AO/OTA (Arbeitsgemeinschaft für Osteosynthesefragen-Estudio de la Osteosíntesis y Orthopedic Trauma Association-Asociación de Traumatología Ortopédica). Esta clasificación usa un sistema alfanumérico basado en la ubicación (tipos A: medial, tipos B: media o diafisaria y los tipos C: lateral), según el desplazamiento y el patrón de la fractura: simple, en cuña y compleja o conminuta. En la siguiente imagen podrás observar la clasificación para fracturas de clavícula de la AO/OTA:
Ahora bien, independientemente del sistema utilizado para clasificarlas, es esencial comprender el patrón y la anatomía del hueso fracturado, una descripción detallada permite que los resultados del abordaje terapéutico sean satisfactorios.
Generalmente en estas fracturas se logra una curación sin complicaciones, sin embargo, existen casos excepcionales, los cuales pueden presentar variedad de dificultades y complicaciones a corto y largo plazo, las más frecuentes son las siguientes:
Las fracturas claviculares son unas de las lesiones más frecuentes y constituyen el 35% o 40% de todas las lesiones en hombros y brazos. Siendo los mayormente afectados los niños en un 10-15%, mientras que en adultos ocurre en el 2-5% de los casos.
Varios estudios internacionales han indicado que el 80% de todas las fracturas claviculares se producen en el tercio medio, mientras que las distales o de tercio lateral ocurren en un 15% y sólo el 5% ocurren medialmente. Por otro lado, el tratamiento conservador es el más frecuente seleccionado, aunque algunos estudios respaldan el uso de fijación interna con cirugía en pacientes adultos con fracturas ampliamente desplazadas, para disminuir la incidencia de pseudoartrosis o falta de consolidación ósea.
De las personas afectadas por esta fractura destacamos al ciclista noruego Tobias Foss quién en la Vuelta Comunidad Valenciana: sufre fractura de clavícula, como indica la siguiente cuenta en twitter
Vuelta Comunidad Valenciana: Tobias Foss sufre fractura de clavícula - https://t.co/a9uIdRU6z5 #ciclismo #VCV2020 @Tobias_S_Foss
— Es Ciclismo .Com (@esciclismo) February 6, 2020
Un síntoma típico de esta fractura es el dolor en la clavícula, que puede irradiarse a la parte superior del brazo, el dolor es muy subjetivo en este tipo de lesiones óseas, pudiendo ser en algunos casos leve pero también extremadamente fuerte. Cuando hay una fractura de clavícula lo más notorio externamente es la presencia de una deformidad, que puede estar acompañada de una desviación del hombro y brazo. Además, otras señales que indican su presencia, tales como:
En casos raros, cuando se presenta una fractura abierta de clavícula, los síntomas incluyen: sangrado y extremos óseos expuestos que perforan la piel de la parte baja del cuello (es decir, la fractura es visible). Adicionalmente, en estos casos, uno de los fragmentos fracturados además de perforar la piel, pueden perforar la pleura, así como también las vías vasculares y nerviosas provenientes del cuello, lo que consecuentemente puede provocar el colapso de los pulmones (neumotórax) o rotura de la aorta (ocurre en muy raros casos), esto se manifiesta si la persona presenta:
Este tipo de lesiones aparece como consecuencia de una fuerza externa, que la clavícula no puede soportar, según el origen de esta fuerza podemos clasificarlas en directas en indirectas. Las características de cada una de ellas son:
Una fractura clavicular de este tipo, solo se puede prevenir de manera limitada, ya que generalmente es causada por eventos sorpresivos e inesperados como una caída o accidente durante alguna actividad deportiva (ciclismo, fútbol etc.). Con el fin de minimizar el riesgo de accidentes y, por lo tanto, el riesgo de fracturas de clavícula, generalmente se recomienda tener precaución al practicar deportes, así como el uso de protectores tanto en niños como en adultos, aunque esto ayuda sólo hasta cierto punto, ya que generalmente no se origina por caídas directas sobre la clavícula, sino por la fuerza de la caída que se transmite indirectamente a la clavícula desde el brazo y el hombro. Sin embargo, los protectores adaptados al deporte reducen el riesgo de sufrirla, debido a que mitigan parcialmente la fuerza de la caída y protegen los hombros.
Adicionalmente una dieta balanceada que involucre el consumo de alimentos que contengan vitamina D y calcio, puede mantener la salud de los huesos y por ende hacerlos resistentes a las fuerzas lesivas que conducen a esta afección. Esto acompañado de un entrenamiento de fortalecimiento y flexibilización en la región de los hombros puede influir en la reducción de riesgo de sufrir fracturas claviculares.
Si bien un diagnóstico certero en la mayoría de los casos puede obtenerse a simple vista con la valoración clínica, existen algunos diagnósticos que ocasionan síntomas similares a esta lesión. Tales diagnósticos son los siguientes:
Ante una caída o accidente que involucre el brazo u hombro, se puede sospechar de una fractura clavicular. Sin embargo, la obtención del diagnóstico es posible mediante la valoración clínica por parte de un médico o traumatólogo, quien inicialmente inspeccionará la zona en busca de signos y síntomas que indiquen una afectación ósea, mediante un examen físico de la articulación acromioclavicular y la articulación esternoclavicular, así como también de los músculos, vasos y nervios que por allí circulan. Con la finalidad de obtener el estado de las funciones circulatorias, motoras y sensitivas que frecuentemente se ven alteradas en esta afección clavicular.
Seguidamente el especialista indicará estudios de imagenología como rayos X para confirmar el diagnóstico, así como también pueden ser necesarios procedimientos de imagen adicionales como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM), para obtener no sólo un diagnóstico certero, sino el diseño de un plan terapéutico apropiado para el caso, ya que mediante ellos es posible detectar otras lesiones concomitantes a la fractura de clavícula, que requieran tratamiento.
En este caso, el diagnóstico no sólo sirve para determinar la presencia de la lesión ósea, sino que además ayuda a la elección del plan terapéutico adecuado.
El abordaje médico para las fracturas claviculares tiene como objetivo brindar analgesia frente al dolor y llevar la estructura ósea lesionada hasta una etapa resistente y estable. Dependiendo del tipo de fractura, el abordaje terapéutico puede ser conservador o quirúrgico.
El tratamiento conservador es el más frecuente utilizado, ya que suele brindar óptimos resultados en fracturas leves. El mismo consiste en la estabilización del foco de fractura mediante el uso de un cabestrillo universal o vendaje especial: Velpeau, 8 de Watson Jones o de Gilchrist.
La inmovilización suele estar indicada por un período de 1 o 2 meses o hasta que exista la suficiente consolidación ósea (dependiendo del tipo de fractura).
Desde el inicio del período de inmovilización del hombro, se indica movilizaciones activas de las articulaciones adyacentes (codo, muñeca y mano), mientras que la movilización del hombro, se inicia pasivamente posterior a 7 o 10 días de la inmovilización, dosificado a medida que disminuye la incomodidad.
Durante la inmovilización se realizan nuevos estudios de imagenología para verificar el estado de consolidación y la evolución del paciente.
En el caso de existir dolor u otras molestias se indican analgésicos, antiinflamatorios y colocación de hielo de forma intermitente hasta cumplir la 48-72 horas de la lesión.
Si bien el abordaje conservador es la primera elección, existen ciertas situaciones que obligan al especialista a seleccionar un abordaje quirúrgico como método de tratamiento. Algunas de ellas son las siguientes:
Esta intervención dura de 1-2 horas y se lleva a cabo bajo anestesia general. En la misma el cirujano comienza a exponer el área lesionada mediante una incisión cercana al hueso, en el caso de fracturas cerradas. El procedimiento es realizado con especial cuidado, para garantizar que no se dañen los nervios ni los vasos cercanos a los fragmentos fracturados.
Una vez expuesta la zona lesionada, los segmentos óseos involucrados se vuelven a unir y luego se reparan, mediante el uso de placas, alambres de Kirschner o clavos intramedulares.
Las placas están por encima de la fractura con tornillos fijados al hueso y por lo tanto garantizar la estabilidad absoluta, mientras que el clavo lo hace de manera interna. Lo que permite que los huesos pueden volver a crecer juntos.
Después de la cirugía, se inmoviliza al paciente operado mediante un vendaje especial: Velpeau o de Gilchrist, durante algunas semanas.
Una vez que el hueso esté curado, los materiales de osteosíntesis son retirados mediante cirugía, esto puede ocurrir de 6-12 meses posterior a la cirugía.
Siendo el tratamiento conservador el más utilizado, la fisioterapia cumple un importante papel en la recuperación de la salud y las funciones alteradas, de igual forma si el abordaje terapéutico ha sido quirúrgico, las variadas medidas terapéuticas que dispone la fisioterapia contribuyen a la recuperación de las funciones del hueso fracturado. Los objetivos a lograr mediante la fisioterapia son:
El abordaje fisioterapéutico variará según la fase de consolidación ósea en la que se encuentre el paciente. En ambos tratamientos, tanto el conservador como el quirúrgico es necesario la inmovilización de unas (2 meses aproximadamente) para permitirle al cuerpo reparar y regenerar los tejidos lesionados de manera adecuada.
En el periodo de inmovilización con cabestrillo o vendaje, serán necesarias ciertas medidas enfocadas en la manutención de las funciones de las articulaciones adyacentes, en esta fase serán necesarias técnicas y herramientas terapéuticas enfocadas en la disminución del dolor y la inflamación, así como en el mantenimiento de las funciones de codo, muñeca y mano, tales como: el uso de hielo por al menos 15 minutos en la zona dolorida, electroanalgesia o TENS, movilización activa de todas las articulaciones del miembro superior exceptuando el hombro y gimnasia postural.
En el caso del tratamiento conservador puede resultar beneficioso el uso de dispositivos como el magneto y el ultrasonido, ya que se ha evidenciado que estos contribuyen a la consolidación ósea y por ende reducen el tiempo de recuperación.
Una vez cumplidas las 4 semanas, se procede al destete de la inmovilización de manera progresiva, integrando movilizaciones de la articulación glenohumeral y continuando con los ejercicios de las demás articulaciones. En el caso del tratamiento quirúrgico, en este periodo se busca movilizar el tejido cicatricial para evitar la presencia de complicaciones como adherencias.
En la etapa posterior a la inmovilización (después de la sexta semana), se dan inicio a las movilizaciones activas de la articulación glenohumeral, trabajándolo en todos los rangos de movimiento disponibles, los ejercicios son dosificados de manera progresiva y según las características individuales del paciente, buscando a partir de esta fase, la readaptación su ámbito deportivo y laboral
A partir de las 8-12 semana se iniciará los ejercicios que involucren todo el rango de movimiento en todas las direcciones, enfocados mayormente en la obtención de un aumento de fuerza y resistencia muscular, los cuales son necesarios para retornar a las actividades deportivas a plenitud.
En nuestro canal de YouTube FisioOnline podrás encontrar infinidad de vídeos en donde especialistas en rehabilitación y fisioterapia, te brindarán oportunos consejos para que reduzcas las molestias de distintas afecciones. Ten en cuenta que los vídeos que te dejaremos a continuación, no podrán reemplazar en ningún momento la intervención de un profesional de la salud, por lo que recomendamos consultar a su médico o fisioterapeuta antes de seguir con alguna de las indicaciones de los vídeos.
Primeramente, queremos explicarte cuáles son las claves para el correcto tratamiento de esta afección ósea, no hay mejor profesional de salud para explicarlo que un traumatólogo especializado en los tratamientos a afecciones en hombros. Dale un vistazo al siguiente vídeo en donde el Dr. Gonzalo Samitier te ofrecerá información importante sobre la fractura de clavícula:
Una vez culminada la etapa de inmovilización, la amplitud articular puede verse limitada o restringida en algunos casos, es por ello que te dejamos a continuación un vídeo de cómo realizar ejercicios pendulares, los cuales son altamente eficaces para recuperar la movilidad y la amplitud de un hombro lesionado:
Ahora bien, si la deficiencia no es la amplitud articular sino la fuerza muscular del hombro, te recomendamos que veas el siguiente vídeo en donde aprenderás fáciles ejercicios, que te ayudarán a recuperar la fuerza muscular de los diversos grupos musculares que estabilizan y movilizan al hombro:
Como ya se ha destacado en la información expuesta en este artículo, dentro de los diferentes tipos de lesiones, ésta es la de más fácil resolución, si es tratada adecuadamente. La duración de la rehabilitación depende del plan ideado por el traumatólogo y el fisioterapeuta, pero también de la constancia y compromiso del paciente. Generalmente esta afección clavicular tarda en curarse completamente con un tratamiento conservador unos 90 días.
Si bien al principio los ejercicios pueden ser molestos, hacerlos correctamente es lo único que garantiza la recuperación.
Ahora bien, con respecto al abordaje quirúrgico, después de la operación, el proceso de curación comienza inmediatamente, ya que las partes óseas separadas han sido unidas nuevamente quirúrgicamente. Además de la fisioterapia, sólo se indica una movilización ligera durante algunas semanas con el objetivo de no retrasar la curación. Si ocurren complicaciones, la duración del proceso de curación puede extenderse significativamente, especialmente si se requiere una nueva operación, sin embargo, la curación va bien incluso con complicaciones.
En promedio, el hueso está completamente reparado después de la octava semana posterior a la cirugía.
Por otro lado, el tiempo de curación de las fracturas de clavículas en infantes a menudo es distinto. Generalmente se cura en menor tiempo, la obtención de un callo estable se logra después de 1 mes de evolución. Y se logra realizar una carga completa después de 6-8 semanas, en este tiempo se puede decir que la fractura está completamente curada, sin embargo, la remodelación (el último paso de la consolidación de fracturas) se da después de un año.