La fiebre (1) es un mecanismo de alarma ante una infección, ya sea de tipo bacteriana o vírica. Si la causa es una infección bacteriana, debemos tratarla con antibióticos; en cambio, si la causa es una infección vírica no requiere de tratamiento ya que mantener la fiebre mejora los mecanismos del cuerpo para luchar contra cualquier infección.
La fiebre suele estar asociada con malestar físico, y la mayoría de las personas se sienten mejor cuando se trata una fiebre. Pero dependiendo de tu edad, condición física y la causa subyacente de la fiebre, puedes o no necesitar tratamiento médico (refiriéndonos específicamente a la fiebre). Muchos expertos creen que la fiebre es una defensa corporal natural contra la infección.
Sin embargo, en los niños con fiebre los síntomas acompañantes como letargo, irritabilidad, falta de apetito, dolor de garganta, tos, dolor de oído, vómitos y diarrea son una alerta importante para que te comuniques con su pediatra de inmediato.
Al “bajar” la fiebre estás disminuyendo tu capacidad inmunitaria y estás dándole una ventaja a los microorganismos para que se multipliquen con mayor facilidad. En cambio, si dejas que la fiebre siga su curso natural esto te va a obligar a descansar y por lo tanto, tu organismo va a trabajar con más eficacia en combatir la infección.
Cuando padecemos fiebre se aumentan los dolores (2) reflejos en diferentes órganos del cuerpo como en el hígado (con dolor cervical y de cabeza como consecuencia) y en los riñones (dolor lumbar, glúteo o en las piernas). Al resolverse el proceso de la fiebre, estos dolores reflejos disminuirán y finalmente desaparecerán por completo (si antes de la fiebre no los presentabas).
1- http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-71992008000200010
2- https://www.scielosp.org/scielo.php?pid=S0124-00642005000300007&script=sci_arttext&tlng=en